Chuquiago

Deriva de La Paz

 

 

Dimensiones: 22×15 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-15958-82-6
N.º de páginas: 296

20,00 

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Chuquiago

Deriva de La Paz

 

 

Dimensiones: 22×15 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-15958-82-6
N.º de páginas: 296

 

«La Paz no es París ni sus atractivos los mismos, pero allí no son los nombres de las calles, sino las calles mismas las que te atrapan: la gente, su pulule y su actividad de termitero, sus decires y lenguas, el aroma de sus guisos. Una calle te lleva a otra, un rostro a otro. La misma calle no es siempre la misma. Todas tienen sus horas. No hay ciudad mala para el vicio de callejear hasta darse por perdido, pero para ese deporte La Paz es única».

Miguel Sánchez-Ostiz

 

Si hay una ciudad amada en las geografías vitales de Sánchez-Ostiz, sin duda es esta Chuquiago, el nombre aimara de la capital boliviana, a la que va y viene desde 2004, y por contar el tiempo sumergido en ella, ya alcanza un año y medio de su vida. La Paz, ciudad de barrocos excesos, de realidades inabarcables, de acumulativa humanidad que impregna sus calles como trazadas a cordel.

Recuerda el autor que Gómez de la Serna la hubiera bautizado como cataclismática, y de su termitero urbano han hablado los propios (Jaime Saenz y Victor Hugo Viscarra, sobre todo) y los ajenos (Allen Ginsberg, Christopher Isherwood, Paul Morand o Cees Noteboom). De Chuquiago en primera persona también escribieron los de aquí: Eugenio Noel, Ciro Bayo y Ernesto Giménez Caballero, pero ningún retrato foráneo tan arrebatado como el que nos brinda la maestría literaria y el espíritu admirativo y zumbón del autor de estas páginas. Así son sus derivas por los laberintos callejeros pacenses, así el retrato de sus personajes inolvidables impregnando un relato vibrante de pura literatura.

En Chuquiago la realidad es mera fantasía, nos recuerda Sánchez-Ostiz, «¿para qué inventarse mundos imaginarios si están en La Paz?».

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