Viajes y paisajes

Antología de crónicas de viajes

 

 

Dimensiones: 21×15 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-15958-11-6
N.º de páginas: 224

15,50 

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Viajes y paisajes

Antología de crónicas de viajes

 

 

Dimensiones: 21×15 cm
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-15958-11-6
N.º de páginas: 224

 

«¡Ancha es Castilla! ¡Y qué hermosa la tristeza enorme de sus soledades, la tristeza llena de sol, de aire, de cielo!»

Miguel de Unamuno

«El signicado metafórico del paisaje es expresado por Unamuno en tres sentidos: como expresión de la integración y semejanza entre naturaleza y obra humana; para indicar la existencia de un sistema profundo, latente tras la forma del paisaje y para mostrar la reciprocidad de éste con el espíritu».

Eduardo Martínez de Pisón

 

Gran viajero, en el sentido de la profundidad, más que del recorrido o la distancia, el paisaje ibérico es un pretexto en Unamuno para sus meditaciones históricas y éticas. “El campo es una metáfora”, dirá a menudo. Siempre sostuvo que conocer y amar el paisaje era la primera etapa para conocer y amar al pueblo que lo habita. Su lenguaje, su aspiración ética, hacen que sus escritos perduren y que un siglo después todavía nos ayuden a mirar y nos sugieran ideas.

Salamanca fue desde muy pronto su centro, su hogar. Castilla fue el símbolo de la Península, aunque las islas, Portugal, y el País Vasco le atraían igualmente. Su vocación iberista, su amor a la paradoja, no le facilitaron siempre su reconocimiento ya que, además, nunca profesó en ideologías al uso, siendo el a su libre pensamiento. Profundizaba en las contradicciones de la vida individual y colectiva, desmontaba los lugares comunes y en un país dividido y enfrentado, Unamuno fue naturalmente un símbolo incómodo.

Se reúnen en este volumen, una antología de textos y crónicas de sus viajes y excursiones dispersas en otros volúmenes, como homenaje al aniversario delos ciento cincuenta años de su nacimiento. La mirada de Unamuno sobre el paisaje es la que inaugura la generación del 98, pues con ella “el paisaje se hace alma” sentimiento y conciencia, y abre un periodo fecundo en la reflexión de esa idea que se eleva sobre la geografía, el lugar y el territorio, para tomar vuelo en el pensamiento y la creación.

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